El pasado miércoles Vanesa Saiz nos invitó a hacer una sesión del Taller de Educación Digital Crítica en la facultad de Periodismo de la Universidad de Castilla la Mancha en Cuenca con el grupo de 4º curso. Como parte de las actividades de la asignatura de Cultura Digital, el grupo ya había realizado un cine-forum sobre la película Her. Esto nos animó a decidirnos por trabajar juntas la sesión del Taller que trata el Sistema Operativo.
Contamos con un grupo de 35 estudiantes y algo más de dos horas por delante. Hemos adaptado la metodología para este nuevo escenario. La sesión empieza recolocando mesas y sillas en el aula para dejar la mitad de la sala despejada para la dinámica final: pintar con el cuerpo. Acompañamos el ejercicio físico de remover muebles con un calentamiento para terminar de despertar el cuerpo. Muchos estudiantes han traído sus portátiles y comenzamos invitándoles a arrancarlos utilizando un disco externo con Linux que hemos traido. No se trata de una install party en sentido estricto, sino más bien una prueba previa. Surgen preguntas y caras de susto. Vamos atendiendo a las preguntas en grupo, dinamizando que todos nos escuchemos, ya que seguramente podemos resolverlas juntos. Está bien leer los mensajes que aparecen en pantalla, frecuentemente aclaran dudas. Modificamos el orden de los discos de arranque en el menú de la BIOS, en la placa base. Es preciso aclarar qué es la placa base y el disco duro. Tomamos el ordenador del profesor, lo abrimos y mostramos a los participantes qué es cada cosa.
Comienzan las primeras limitaciones: algunos ordenadores nuevos con Windows 8 no inician desde el CD o el USB. Planteamos si conocen cómo se hizo rico Bill Gates, cómo consiguió que en los años 1980 los ordenadores comercializados por IBM se vendieran ya con su sistema operativo instalado. ¿Alguna vez se habían preguntado por qué al comprar un ordenador ya venía con Windows?
Algunos compañeros han arrancado sus ordenadores y están explorando los programas que vienen por defecto en esta versión de Ubuntu. Buscan sus documentos y carpetas. Vuelve la pregunta acerca del software libre. ¿Qué saben acerca de ello? Alguien menciona las cuatro libertades definidas por la Free Software Foundation. Alguien plantea si eso garantiza la libertad para los programadores o también para los usuarios. Poco a poco, entramos a deliberar acerca de la libertad. Entregamos al grupo un pequeño texto sobre el sistema operativo, donde abordamos la cuestión antropológica: la tecnología como medio, la persona como fin. Leen el texto y lo discuten en pequeños grupos. Pedimos a los grupos que recojan dudas, aclaraciones y desacuerdos sobre lo que hemos visto en la sesión hasta ese momento; también que extraigan 2 ó 3 ideas clave.
Aquí nos movemos al espacio diáfano que preparamos al principio de la sesión y sentados en un gran círculo pedimos un grupo voluntario para exponer sus reflexiones. Si alguno de los otros grupos quiere matizar lo expuesto, oponerse o añadir otras consideraciones, van interviniendo mientras moderamos el diálogo. Comentan cómo se sienten ante la tecnología, lo que conocen y lo que desconocen, buscamos analogías en otros planos de la vida cotidiana y siguen surgiendo cuestiones acerca de qué entendemos por libertad.
Iniciamos entonces la dinámica de profundización desde la experiencia artística. ¿Qué es la libertad? ¿Qué ingredientes tiene la libertad? Los participantes van diciendo ingredientes y los anotamos en la pizarra. Cuando alguien no está de acuerdo con incluir algún concepto, paramos, lo argumenta y el grupo decide si lo retira.
A continuación empezamos la dinámica de reconocimiento de la técnica con la que trabajamos el tema de la libertad: pinturas con el cuerpo. Primero, los participantes prueban a pintar con las manos, pies, brazos… sobre papel continuo; de este modo observan las posibilidades de la técnica en cuanto a formas, colores, trazos, etc. Luego exploran metiéndole imaginación: y si este trazo azul fuera el mar, y van completando el cuadro desde ahí. Después, volvemos al tema de la libertad y por parejas construyen una experiencia: se trata ahora de pintar en el compañero el rostro de la libertad. Luego cada uno observa su rostro en el espejo y comenta al compañero lo que ve. Finalmente, las parejas crean juntos la imagen de la libertad que ellos han dialogado, pintándola sobre el papel continuo.
Al terminar la dinámica ponemos en común la experiencia en grupo. Dialogamos sobre las limitaciones y contradicciones que hemos encontrado. Luego centramos el tema en relación al conjunto de la sesión: ¿qué haría una persona libre en relación al software? ¿qué podemos hacer nosotros para madurar en libertad en este tema? Planteamos pequeños retos y compromisos que somos capaces de abordar. Forzamos a que sea algo tan sencillo que puedas hacerlo esta semana, y ayudamos a concretar los ejemplos que van saliendo. Salimos de la sesión con la responsabilidad (en conciencia) de realizar una pequeña acción, un pequeño paso que nos acerque a ser más libres.
Materiales utilizados: portátiles, CDs, papel continuo, pintura de dedos, espejos personales, cinta carrocera.