Generalmente se reconoce en Alan Turing a uno de los padres de la computación, y por tanto de la informática moderna. Este año se realizan homenajes y se escriben libros en el 50 aniversario de su muerte. Alan Turing fue matemático, catedrático en la Universidad de Cambridge y criptógrafo bélico en la Segunda Guerra Mundial, donde contribuyó a descifrar la máquina alemana Enigma. Su mayor contribución fue el diseño teórico de un aparato ideal de cálculo capaz de resolver funciones matemáticas computables, no solo una, sino cualquier función computable: la máquina universal de Turing. Hasta entonces, del ábaco a las calculadoras se disponía herramientas que facilitaban la realización de cuentas (sumas, restas, multiplicaciones, divisiones), o bien una máquina que se construye para resolver una única función. Las funciones computables se calculan y su solución puede obtenerse mediante un proceso mecánico: piezas en movimiento. Si pensamos en un interruptor, es una máquina que pasa con un movimiento de encendido a apagado: tiene dos estados posibles. Así los ordenadores y por extensión las máquinas electrónicas o digitales, utilizan los símbolos 1 y 0 para representar estos estados. Este ejemplo, permitió que una máquina compleja como es un ordenador disponga de un número muy elevado estados finitos. Un computador actual es una máquina de Turing construida para imitar los cálculos que podría hacer una persona hábil en este ámbito, pero a mucha mayor velocidad.
Si bien son impensables las tecnologías de la información hoy sin la máquina universal de Turing, la influencia del pensamiento de Turing es mucho mayor. Así comienza su publicación sobre el test de Turing, un juego para ver si una máquina es inteligente:
Propongo que se considere la cuestión: ¿pueden pensar las máquinas? La discusión debería comenzar por las definiciones sobre el significado de los términos máquina y pensar.
Turing soñaba con una máquina que pudiera imitar el cerebro humano, y tal vez pensar. Me urge entonces la pregunta, ¿por qué alguien se plantea algo así? Me acompaña una intuición, eso no es posible y además es innecesario. Sin embargo, este símil pervive todavía hoy, e influencia las actuales investigaciones en torno a la inteligencia artificial. Como Hobbes y otros filósofos materialistas, Turing consideraba que el pensar es esencialmente computar. Y que el número de cálculos realizables, depende básicamente de cuántos estados incorpora la máquina. El logaritmo en base dos de este número es lo que se conoce como capacidad de memoria. Son numerosos los símiles que encontramos en nuestra cultura, que asemejan partes o funciones de los ordenadores con funciones propiamente humanas: el cerebro, el corazón, el sistema nervioso, la memoria. Esto puede crear cierta confusión, si lo que estamos haciendo es reducir el pensamiento humano a simples cálculos, a pasos de un proceso mecánico, a la imitación como forma de aprendizaje solo dependiente de la observación y la capacidad de memoria.
Hoy, el ordenador o computador personal es una herramienta de uso cotidiano para millones de personas. En 2013 se vendieron 315 millones de ordenadores según Gartner. Y el pensamiento humano, en su dinamismo y complejidad, es para la mayoría de nosotros un gran desconocido. Tradicionalmente la filosofía reconoce que el pensamiento se compone de tres partes fundamentales: el pensamiento crítico, el pensamiento ético y el pensamiento creativo. Propongo recorrer el camino de conocer el pensamiento en profundidad, y desde ahí plantear en qué nos pueden servir tan maravillosas máquinas de cómputo. Y en ese camino, sí puedo aceptar el final del famoso artículo de Turing:
Sólo podemos vislumbrar una pequeña parte del camino que tenemos delante, pero ya nos damos cuenta de que rebosa de cosas que es preciso hacer.
Aquí para leer el artículo original en inglés de A. Turing sobre Computing, Machinery and Intelligence, 1950.