La tecnología, en tanto es una creación humana, no es algo que podamos dar por sentado. Es decir, no hay solo una, sino diversas formas de entender qué es la tecnología. Y esta pregunta: ¿qué es la tecnología? es una cuestión filosófica que estamos abordando en esta serie de artículos.
En la tecnología como artefactos hemos visto que la tecnología es algo que es posible observar y cuyas propiedades intrínsecas o extrínsecas podemos describir. Hemos aprendido que las funciones de la tecnología tienen que ver con la relación entre la tecnología y las personas que la usan. Y si miramos atentamente al abanico de matices que se desprenden de estas funciones, resulta que un artefacto funciona al mismo tiempo en muchos aspectos de la realidad: espacial, simbólico, económico, social, jurídico, estético, ético y en las creencias de las personas. Y la tecnología también es algo que podemos conocer y pensar, sobre lo que podemos aprender o estudiar, y eso es conocimiento.
¿Conocimiento científico y tecnológico es lo mismo?
Generalmente hablamos de conocimiento científico-tecnológico como una misma cosa, pero hay algunas diferencias. Existen dos tipos de conocimiento: descriptivo, sobre lo que los artefactos son y cómo son (sus propiedades físicas) y normativo, sobre cómo deberían ser (sus funciones). El conocimiento descriptivo es lo que se da en el conocimiento científico, mientras el conocimiento tecnológico incorpora este segundo aspecto.
Revisando las 4 formas de entender la tecnología que desarrolla Marc de Vries, llama la atención cómo este autor apunta también otros tres factores que distinguen ambos tipos de conocimiento y que son propios del conocimiento tecnológico:
- Es específico del contexto, poco generalizable y apenas requiere la teoría suficiente que sustenta una situación particular, pero tampoco mucha teoría.
- El contenido, lo que estudia el conocimiento tecnológico, es muchas veces una convención social, y no tanto una conclusión que se obtiene de la observación, como en la ciencia. Si los científicos observan y miden cuál es la carga de un electrón, los ingenieros toman decisiones como cuál debe ser el tamaño de un tornillo. En estas decisiones entran en juego aspectos conscientes e inconscientes, para lo cual es importante que los ingenieros tuvieran criterio de análisis de procesos sociales que impactarán sus decisiones. Si bien esto puede no ser relevante para un tornillo, sí lo es para crear un puente o un algoritmo.
- El conocimiento científico es propositivo: se expresa con proposiciones o frases que contienen una cierta verdad (ej. la densidad relativa del agua es 1 kilogramo por litro). Esto no es posible en el conocimiento tecnológico, que define tan sólo una manera de hacer las cosas y suele expresarse mediante dibujos, maquetas o prototipos. Es lo que sucede con el know-how o saber hacer, y es esta particularidad de expresarlo lo que, en innovación educativa, se ha incorporado como nuevas maneras de aprender y enseñar (ej. Visual Thinking).
¿Ingenieros y desarrolladores son conscientes de estas diferencias?
Olaya afirma que la ingeniería es: “la disciplina de lo particular por excelencia”. Si el conocimiento científico se pretende “abstracto, incondicional, desinteresado, universal, atemporal, utópico, seguro, neutro en valores y vinculado a la teoría”, el conocimiento de la ingeniería es:
“concreto, contingente, orientado a objetivos, particular, temporal, contextual, incierto, cargado de valor y específico de la tarea”
Olaya, C., The importance of being atheoretical: management as engineering. En Systemic Management for Intelligent Organizations (págs. 21-46), Springer, 2012.
Para Marc de Vries, el conocimiento tecnológico es aquel que manejan típicamente las personas ingenieras:
- conceptos de diseño y principios de funcionamiento,
- especificaciones técnicas y criterios como la usabilidad,
- herramientas técnicas como fórmulas matemáticas y programas software de simulación o entornos y lenguajes de programación,
- datos cuantitativos y mecanismos de análisis de los datos,
- consideraciones prácticas para tomar decisiones, y
- estrategias de diseño para resolver problemas.
Y así es como se estudia en la formación profesional y universitaria de las disciplinas ingenieriles.
A mi parecer no está tan claro, sin embargo, que esta distinción entre conocimiento científico y tecnológico sea visible en la práctica y que los ingenieros sean conscientes de estas importantes diferencias, es decir, que conozcan bien el contexto humano y social (no sólo el problema científico) y las convenciones sociales (la cultura), y que las decisiones que toman, cargadas de valores, son sólo una forma de hacerlo entre muchas otras.
Tal vez esto se deba a que en las enseñanzas técnicas existe también una importante carga curricular de ciencias como matemáticas, física y química. Concretamente el currículum de las ingenierías contiene más asignaturas de ciencias en los primeros años, que paulatinamente van cediendo su lugar a asignaturas más propiamente técnicas en los años siguientes. En estas disciplinas los estudiantes aprenden y practican el conocimiento prescriptivo, que también incluye por ejemplo la resolución de problemas matemáticos. Pero según la distinción que hace de Vries, la resolución de problemas en ciencias físicas y la resolución de problemas en tecnología son bien distintas.
En tecnología, la resolución de problemas se da en un contexto social
Asimilar o confundir una y otra formas de resolver problemas nos puede llevar a confundir lo universal con lo contextual, lo observable con lo que es un acuerdo social, y las decisiones que tomamos o esa manera concreta de hacer las cosas como una cierta verdad, cuando es tan sólo una forma entre tantas otras. La concepción del conocimiento científico como neutral impregna así el conocimiento tecnológico.
Recordemos también que la tecnología son sistemas sociotécnicos, por lo que resolver problemas insertos en la vida de las personas requiere también conocimientos sobre la sociedad y la cultura que se acercan más a disciplinas como la historia, la sociología, la antropología, la psicología o la filosofía. Por un lado, lamentablemente en estas disciplinas no es tan visible de qué manera abordan la resolución de problemas sociales complejos, de modo que muchas veces se traslada esta forma de entenderlo en el conocimiento científico y tecnológico llegando así a entender que la tecnología puede resolver los problemas humanos y sociales fundamentales, en lo que se conoce como solucionismo tecnológico. Por otro lado, la realidad es compleja y dinámica. Por ello, plantear problemas que pueden ser resueltos tecnológicamente requiere simplificar la realidad, es decir, tomar sólo una parte de ella para hacerla manejable, para considerar un número finito y abordable de datos y de variables.
Una propuesta híbrida: la tecnociencia feminista
De hecho, el conocimiento tecnológico no es algo que deba considerarse de forma aislada. Para abordar su interrelación con otras áreas de conocimiento y para una mayor comprensión del conocimiento tecnológico propiamente dicho, resulta sugerente el planteamiento de la tecnociencia feminista. Jutta Weber define el conocimiento de la tecnociencia como la confluencia de la ciencia, la tecnología, la industria y la sociedad. Esta hibridación, dice:
“permite darse cuenta más fácilmente de que la ciencia y la tecnología, profundamente entremezcladas en la cultura, son lugares centrales para la producción de ideología. También se hace más fácil darse el derecho a intervenir.”
Incluso si no estamos entrenadas o socializadas en el conocimiento tecnológico, dice:
“estamos llamadas a reflexionar sobre los desarrollos tecnocientíficos que están reconformando nuestro mundo de maneras profundas”.
Jutta Weber en From science and techonolgy to feminist tecnoscience, pág. 405, Sage 2006
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