Cada vez más iniciativas apuntan a la facilidad de cualquier usuario de a pie a convertirse en programador y dar rienda suelta a su imaginación para hacer de la tecnología electrónica la herramienta que responda a sus necesidades. La Raspberry Pi, con nombre de fruta silvestre y número matemático (en realidad la Pi es de Python, nombre de un conocido lenguaje de programación), es una placa electrónica de bajo coste, funcionalidades similares a las de un ordenador casero y que opera con software libre. Creada en 2009 por un grupo de investigadores de Cambridge en el Reino Unido, ha dado nombre a una fundación sin ánimo de lucro y está siendo utilizada en numerosos países como la alternativa TIC en proyectos educativos y sociales. En enero esta organización quiere sacar un modelo todavía menos costoso por 25 dólares y seguir trabajando en su finalidad pedagógica.
También nacida en el Reino Unido, la iniciativa de Code Academy («la academia del código»), ha desarrollado un portal web para aprender las técnicas de programación de forma autodidacta, y directamente en la web, sin necesidad de instalar o configurar un entorno de programación. Esta iniciativa está dirigida pasar de ser consumidores tecnológicos a creadores protagonistas de nuevas soluciones tecnológicas . La mayoría de contenidos se encuentran en inglés, pero ya existen cursos de HTML & CSS y Javascript para arrancarse con la programación en la web.
Si bien estas iniciativas no pueden entenderse como la panacea que nos permitirá a todos sacar el informático que llevamos dentro, más bien proporcionan mecanismos para acercarnos al conocimiento y manejo de las herramientas TIC, permitiéndonos dar el salto a crear y no conformarnos con lo que nos ofrece el mercado como dispositivos cada vez más terminados y completos (tablets, smartphones y portátiles de última generación). La clave sigue estando pues en identificar qué queremos y utilizar la tecnología para comenzar a caminar hacia allá.