Cuando nuestro ordenador, el móvil o cualquier otro aparato electrónico deja de funcionar, muchas son las cuestiones que se pueden plantear, desde su posible reutilización hasta su destino en un vertedero. Ahora más que nunca, el comercio está enfocado al consumo periódico en productos que, en muchos casos, podrían ser arreglados con facilidad. La obsolescencia programada está a la orden del día, lo que significa que los aparatos tecnológicos que compramos, ya sean móviles, portátiles, frigoríficos o lavadoras, nacen con fecha de caducidad. Producimos cerca de 50.000.000 de toneladas de residuos que son exportados de manera ilegal generando más dinero que el negocio de la droga.
Pese a lo mucho que se conoce sobre el previsible final de nuestros objetos, muchas veces es complicado encontrar información sobre el futuro de la chatarra electrónica. Las noticias de los telediarios no hablan del tema con frecuencia, por lo que cuesta plantearse qué implicaciones tiene el arrojar un teléfono móvil a la papelera. Tras una pequeña búsqueda en la red, nos encontramos con varios documentales que hablan sobre el tema y nos ayudan a entender el proceso que siguen nuestros aparatos una vez han quedado inútiles.
En concreto, los documentales El vertedero electrónico y Tráfico de residuos electrónicos: La tragedia electrónica tratan de las condiciones a las que están impuestas las personas que viven junto a tal cúmulo de residuos. No faltos de responsabilidad, Europa junto con Estados Unidos, el mayor exportador, envían los restos de electrodomésticos y demás aparatos tecnológicos a otros países vertederos. En el caso de Europa, no se trata de una falta de regularización puesto que está prohibido por ley el exportar residuos y cada aparato tecnológico que se vende lleva incluida una tasa para pagar los gastos de reciclaje de estos productos.
El documental El vertedero electrónico muestra la situación que se da en Agbogbloshie, un barrio suburbano de Acra, capital de Ghana, donde el vertedero de aparatos electrónicos continúa creciendo de manera descontrolada. La gente del lugar al que llaman “Sodoma y gomorra”, enferma y cuenta con una esperanza de vida muy baja. La esperanza de vida de los niños no supera los 20 años, además, crecen trabajando por 3 o 5 dólares diarios, vendiendo lo poco que sacan de valor. Labor que en muchos casos, les impide asistir a la escuela.
El documental Tráfico de residuos electrónicos: La tragedia electrónica dirige su mirada hacia al pacífico comenzando en uno de los puntos de origen de los residuos, en este caso, Europa. En nuestro continente mueren los aparatos que serán sepultados o “reubicados” en el mercado negro de algún país asiático. Según se puede observar en el documental, cuatro de cada 16 aparatos llegan a su destino en una planta de reciclaje en España. El resto son reubicados en manos de miembros del hampa o transportados a los cementerios de productos electrónicos en China donde chips y demás maquinaria se extrae para revenderse, en algunos casos, ya deteriorados.
Los hechos son visibles, las consecuencias del excesivo consumo tecnológico se materializan en lugares y personas reales, aparecen en las pantallas de nuestros ordenadores y televisores que un día quedarán deteriorados y se sumarán a la historia de sus antepasados. La idea de dejarse llevar por la ola de consumismo es comprensible, pero evitable. De hecho, existen varias iniciativas que se encargan de promover y facilitar la reutilización y reparación de productos obsoletos en el mercado, proyectos que llevan el nombre de The Restart Project y I fix it.
Nuestra propuesta desde Alfabetización Digital Crítica coincide con el mensaje final del documental antes mencionado. Planteamos una búsqueda que nos permita tomar conciencia de lo realmente necesario para vivir. El consumidor tiene parte de responsabilidad, puede dejar de ser ese contenedor de productos, terminar de comprar por comprar y pasar a construir, reparar, reutilizar.