Hoy hemos participado en un evento formativo interesadas por las posibilidades de herramientas de pensamiento que nos ayudan a analizar la realidad, comprenderla y organizar la respuesta que queremos dar. Así hemos conocido lo que es Critical Thinking o pensamiento crítico de la mano de Mº Ángeles de Equanima, una de las pocas organizaciones que trabajan este método en Europa.
¿Sabemos pensar? El pensamiento crítico es una forma en que podemos revisar si pensamos con calidad. Todo el mundo piensa ya que es parte de nuestra naturaleza humana. Pero, según la Fundación para el Pensamiento Crítico, mucho de nuestro pensar, por sí solo, es arbitrario, distorsionado, parcializado, desinformado o prejuiciado. Y sin embargo, nuestra calidad de vida y de lo que producimos, hacemos o construimos depende, precisamente, de la calidad de nuestro pensamiento. El pensamiento de mala calidad cuesta tanto en dinero como en calidad de vida. Mejorar la forma en que pensamos es algo que debe ejercitarse de forma sistemática.
Hay herramientas que pueden ayudarnos a esto. La más esencial de ellas es la pregunta; preguntarnos por qué hacemos las cosas. Podemos por ejemplo analizar un proyecto que tenemos entre manos. De hecho, cuando nos planteamos la comunicación web o la presencia en redes sociales de nuestro proyecto buscamos cómo contarlo. Para comunicar, tenemos que tener muy claro nuestro proyecto. Veamos qué preguntas podemos plantearnos de forma ordenada:
- Sobre nuestro propósito: ¿para qué hemos creado el proyecto? Aquí evocamos a nuestra motivación más profunda, al fin último que nos mueve. Y es importante ser honestos con nosotros mismos. Si nos mueve un fin vocacional, si es solucionar un problema que existe en la sociedad, si buscamos reconocimiento o queremos ganar dinero.
- Sobre el problema: ¿qué problema intentamos resolver? Y planteamos el problema en una sola frase. Cuando pensamos desordenadamente, podemos mezclar el enunciado de nuestro propósito con el problema, o el problema con la solución que conocemos. Es importante saber separar esto.
- Sobre la información de que disponemos: ¿cómo hemos llegado a esa idea? o ¿en qué información me baso para establecer ese problema? Aquí observamos cómo nos hemos informado: por el boca a boca, si conocemos estudios al respecto, estadísticas, lo que dice la gente, noticias de prensa… Identificar estas fuentes y analizar su fiabilidad nos ayudará a saber si hemos escuchado lo que pasa a nuestro alrededor, si nos hemos esforzado por ver la realidad o si estamos haciendo un proyecto de lo que nos gusta.
- Sobre la solución: ¿qué solución le damos al problema? Así vemos qué respuestas está dando nuestro proyecto. Podemos incluso ir más allá, y dar otras soluciones posibles pero que nuestro proyecto no va a cubrir. Si hay más soluciones además de la que planteamos, es una manera de comprobar que estamos respondiendo a un problema real. De otro modo podríamos estar ofreciendo una solución inventada (la que queremos hacer) a un problema inexistente.
- Sobre los conceptos: ¿qué conceptos son clave en el problema y en la solución? Antes hemos enunciado el problema y la solución en una frase, así que podemos remarcar los conceptos clave, las ideas-fuerza del planteamiento. Así vemos clara la esencia de nuestro proyecto.
- Sobre los supuestos: ¿en qué ideas, creencias o supuestos se basa mi solución? Siempre hacemos supuestos que tienen que ver con nuestra forma de ver las cosas, nuestras costumbres, nuestras prioridades. Esto puede ser peligroso cuando promovemos un proyecto social o profesional. Es muy importante escuchar a otros y cuestionar nuestros supuestos, ya que si éstos no se cumplen, entonces ¿qué? Por ejemplo, puedo suponer que cuando llueve la gente coge paraguas. Para ayudar a la gente, puedo pensar en repartir paraguas. Pero podría ser que esto no se cumpla en el contexto en que me muevo, y que cuando llueve la gente coge chubasqueros o simplemente no sale de casa.
Estas preguntas forman parte de un breve ejercicio. Espero que la imagen a continuación nos ayude a ver cómo se conforma nuestro pensamiento. ¿Atendemos a todas sus partes? ¿Nos quedamos con un punto de vista? ¿Sabemos lo que suponemos?