El móvil se ha convertido en un símbolo de estatus social, sobre todo entre adolescentes, pero es algo que también aprenden de nosotros. Tal vez creamos que cuanta más tecnología tenemos en casa, mayor es también nuestro nivel económico o social. Si la escuela a la que asisten nuestros hijos dispone de más equipamiento informático, como pizarras digitales, tabletas, aplicaciones y kits de robótica, tal vez pensemos que la calidad de la educación que reciben es mejor. A veces vemos los aparatos electrónicos como jugosos premios o juguetes más completos que ofrecer a nuestros hijos e hijas.
Esto puede entenderse porque en nuestra cultura existe la creencia de que más tecnología trae un mayor desarrollo, que es de por sí mejor. Pero es sólo eso: una creencia que deberá ser evaluada en cada caso, pues a veces más tecnología es mejor y a veces no. Si creemos que una educación en valores es primordial en la construcción de nuestros hijos e hijas como personas, puede que la tecnología no sea la mejor manera de aprender valores tan necesarios como el esfuerzo, la austeridad o la honestidad.
La responsabilidad personal
¿Realmente necesitamos tantas pantallas?
¿Cuántas pantallas es aconsejable tener en casa?
No hay una respuesta cerrada, pero si en casa tenemos un aparato por persona o incluso más de uno, ya sea un móvil, una tableta o un ordenador, entonces es más probable que cuando estamos en casa, cada uno esté enfrascado en su pantalla. Y entonces, aunque estemos en el mismo lugar, no estamos juntos. Si esto sucede en un momento puntual, no tiene mayor importancia. Si es la dinámica habitual cada día al volver del trabajo y de la escuela, entonces nos estamos perdiendo oportunidades de estar realmente juntos, de educar y también de acompañar a nuestros hijos e hijas en su experiencia digital.
La responsabilidad social y medioambiental
Desde el punto de vista de la educación en valores, cuando pensamos en comprar un nuevo aparato electrónico debemos preguntarnos por su ciclo de vida. Al igual que las zanahorias no crecen en las estanterías del supermercado; los móviles, tabletas, asistentes personales y ordenadores no crecen en las grandes superficies de la electrónica.
Para fabricar un móvil hace falta extraer materias primas como metales y plásticos; y producir y soldar los componentes en fábricas. Diversas ONG denuncian cómo estos procesos se realizan en condiciones de explotación laboral en países empobrecidos de África y Asia. Cada año generamos millones de toneladas de basura electrónica en todo el mundo que tienen un terrible impacto medioambiental porque es muy difícil y costoso reciclar todos esos componentes tan pequeños, y nuestro planeta no puede absorber toda esta basura.
¿Qué oportunidad educativa emerge de esta idea?
Tanto en la educación en valores como en la educación para un consumo responsable, el principio de austeridad aparece como fundamental. La austeridad significa vivir con lo que es necesario. No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. Al usar las tecnologías gastamos de diversas maneras: gastamos el dinero que nos cuesta comprar un móvil, una tablet o una pantalla gigante; gastamos el tiempo que empleamos en ganar ese dinero que nos hemos gastado; y gastamos el tiempo usándolas, muchas veces por aburrimiento o por pasar el rato. Y todo ese tiempo es también tiempo de vida.
La clave está en aprender a usar las tecnologías en la medida en que sea necesario, sin hacer un uso intensivo de ellas. Y tener en casa sólo los dispositivos que sean necesarios. No necesitamos tener el último modelo de móvil, de tablet, de televisor gigante, de juguetes electrónicos, de asistente personal o de otros complementos. Nos ayudará aprender a poner límites y enseñarles a auto-regularse. La libertad tiene sus límites. Niños y niñas no son más libres cuanto más aparatos tengan, sino cuanto mayor diversidad de experiencias puedan vivir dentro y sobre todo fuera de las pantallas, en contacto directo con la realidad.
* Este artículo pertenece a la serie de 5 cosas sobre la tecnología que debemos preguntarnos en educación.