Cuando hablamos de aplicaciones nos referimos a las redes sociales, música, videos y series online, juegos online e incluso a otro tipo de aplicaciones descargadas en nuestro móvil y que sirven a propósitos específicos. Algunas como las destinadas al entrenamiento físico personal o al seguimiento del ciclo menstrual, recogen además información sensible sobre nuestra salud.
El desarrollo tecnológico ha avanzado tremendamente en los últimos años y las aplicaciones están diseñadas de manera que son cada vez más fáciles de usar. También nos ponen fácil seguir usándolas el mayor tiempo posible, atrapando nuestra atención. Es lo que se ha llamado la economía de la atención. Los trucos que utilizan se llaman tecnologías de persuasión, y a su área de conocimiento se la denomina ingeniería del comportamiento, que es una combinación de psicología, sociología, informática y otras disciplinas.
¿Qué trucos utilizan las aplicaciones y redes sociales para engancharnos?
Cada aplicación tiene muchas funciones que, juntas, nos permiten usarlas y hacen su servicio. Pero también algunas de estas funciones están pensadas para captar y retener nuestra atención. Veamos algunas de ellas:
1. Notificaciones
“Tienes un mensaje nuevo”, “Un amigo ha publicado una foto” o “A Fulanito le ha gustado tu foto”. Son avisos que aparecen en tu pantalla, aunque no estés utilizando esa aplicación. Las notificaciones estimulan tu curiosidad para que vuelvas a entrar en la aplicación e interrumpen lo que estés haciendo para llamar tu atención. Si vuelves, han conseguido su objetivo. Aunque las notificaciones generalmente vienen activadas por defecto en la aplicación, es posible cambiar la configuración para desactivarlas. Tanto nos acostumbramos a estas interrupciones que a menudo miramos el móvil a ver si parpadea esa lucecita aunque no haya nada, o creemos sentir que vibra el móvil en el bolsillo cuando en realidad sólo ha rozado el pantalón.
2. Recompensas variables
Al entrar en la aplicación encontrarás una recompensa: ¿cuál es el premio? La satisfacción que produce el hecho de ver una determinada imagen, de ver que alguien ha pulsado “me gusta” en algo que has comentado o de ganar puntos. Esta recompensa es variable porque no sabes a priori qué te vas a encontrar. A veces será muy emocionante y a veces no tanto, pero la expectativa de que sea algo grande nos atrae. El efecto que las recompensas variables tienen en nuestra expectativa es similar al que producen las máquinas tragaperras.
3. Aprobación y reciprocidad social
Existen funciones como comentar, decir “me gusta”, votar o puntuar, que pueden aportarnos un refuerzo positivo por parte de los demás. Además cuando alguien recomienda lo que hemos publicado, en cierto modo nos sentimos en deuda con esa persona y deberemos corresponderla también recomendando o valorando sus publicaciones. Este efecto toma en cuenta la reciprocidad. El reconocimiento por parte de un grupo humano es algo que todos necesitamos, sin excepción. Pero si tener la aprobación de los demás se convierte en algo demasiado importante, ¿no corremos el riesgo de dejar de ser nosotros mismos para gustar a los demás?
4. Mostrarte lo que te gusta
A partir de la información de uso guardada en los centros de datos de la aplicación sobre qué vídeos hemos visto, qué publicaciones hemos comentado y qué nos ha gustado, un algoritmo selecciona lo que se muestra en la página de inicio de la red social. Dado que nos genera más satisfacción aquello que nos gusta, el algoritmo nos muestra eso y omite el resto. Esto se ha llamado la burbuja de filtros. Por el efecto burbuja en el que nos quedamos al no enterarnos de todo lo posible, sino solo de lo que hemos elegido anteriormente. En lugar de ampliarse, nuestro mundo virtual se hace cada vez más estrecho. Cuando nos acostumbramos a ver sólo lo que nos gusta, perdemos soltura y agilidad para escuchar posturas y opiniones distintas, lo cual explica, por ejemplo, el aumento de los discursos de odio en las redes.
5. Un flujo continuo
La posibilidad de continuar en la aplicación se garantiza también mediante dos técnicas claras y sencillas: la reproducción automática y el scroll infinito. Cuando terminamos de ver un vídeo en Youtube o un capítulo de una serie en Netflix, empieza una cuenta atrás de segundos para empezar a reproducir automáticamente otro vídeo similar o el siguiente capítulo de la serie. En lugar de tomar la decisión de continuar y pulsar “play”, tenemos unos pocos segundos para decidir no continuar, o de lo contrario seguiremos en la aplicación. Cuando estamos consultando las publicaciones de “amigos” en una red social, a medida que bajamos en la pantalla se van cargando contenidos más antiguos sin fin. Puedes estar cinco minutos o cinco horas haciendo esto. Esta función de seguir bajando continuamente se llama scroll infinito.
6. Recomendaciones y sugerencias
No hace falta buscar lo que nos interesa porque la aplicación ya lo busca por nosotros: consulta tu historial, busca entre los “amigos de tus amigos”, observa lo que hacen personas que comparten tus gustos y te ofrece lo que es más probable que también te guste. Es una vía fácil que no requiere esfuerzo por nuestra parte. Basta con aceptar las sugerencias y seguir adelante.
¿Qué nos jugamos en este “enganche”?
Generalmente somos capaces de frenar el impulso de mirar el móvil, revisar el correo o entrar a una red social a ver si nos hemos perdido algo. Pero cada vez es más frecuente encontrar personas que hacen un uso intensivo o abusivo de las tecnologías. No hablamos sólo de niños, niñas y adolescentes, sino que es algo que está afectando a la población en su conjunto. El riesgo que entraña normalizar este comportamiento es caer en la adicción al propio móvil, a los videojuegos o a las redes sociales, por citar algunos ejemplos.
¿Qué necesidades educativas debemos cubrir?
Las aplicaciones están diseñadas de manera que la opción más fácil y que implica menos esfuerzo, sea seguir en ellas. En lugar de propiciar momentos para tomar decisiones, nos proponen la comodidad de dejarnos llevar, diluyendo la oportunidad de preguntarnos si queremos continuar o no, y mucho menos, la oportunidad de imaginar si querríamos emplear nuestro tiempo de otro modo, por ejemplo fuera de la pantalla.
La educación para un consumo responsable tradicionalmente se ocupa de tomar conciencia y aprender a ser responsables de lo que consumimos, es decir, de las cosas que compramos. Pero ahora esta idea necesita ampliarse. Al usar tecnologías vemos que se consume, por ejemplo, el móvil a medida que lo utilizamos y se gasta la batería, pero también estamos consumiendo nuestra atención y nuestro tiempo, que debemos emplear responsablemente. Desde una perspectiva educativa, lo que está en juego es el cultivo de la voluntad: de saber lo que queremos, de aprender a tomar decisiones, a auto-regularnos y a tener disciplina propia.
* Este artículo pertenece a la serie de 5 cosas sobre la tecnología que debemos preguntarnos en educación.