En tanto que las tecnologías digitales constituyen espacios de socialización, son a veces el lugar, el medio, en el que se ejercen diversas formas de violencia directa, es decir, formas que una persona utiliza para dañar a otra. Aunque la forma sea virtual, el daño que produce es real y a veces amplifica o agrava un daño realizado de manera offline.
Es cierto que existen oportunidades para un uso positivo de las tecnologías digitales, pero en las distintas aplicaciones y sitios web conectados a Internet se están dando formas de violencia que debemos conocer para prevenir y acompañar a los más jóvenes de la mejor manera. Veamos algunas de ellas:
Ciberacoso o ciberbullying.
Es una forma de acoso a través de mensajes, imágenes, vídeos o comentarios que se comparten a través de redes sociales y otras aplicaciones y que dañan, insultan, humillan o difaman a la víctima. A diferencia del acoso, no hay contacto directo cara a cara y sus efectos se prolongan más en el tiempo, que se agrava con el amplio alcance y la pérdida del control de esos contenidos. En la guía Yo a eso no juego encontrarás documentación para abordar este tipo de situaciones.
Happy slapping
La traducción sería “bofetada feliz”, en español. Consiste en la grabación de una agresión, ya sea física o verbal hacia una persona, que se difunde posteriormente a través de fotografías o vídeos en redes sociales, mensajes instantáneos, páginas web, etc. Entre jóvenes, es una de las formas de ciberacoso en la que el acoso inicial se amplifica y prolonga en el tiempo a través de las redes. A menudo se justifica como una “broma” o algo “gracioso”, denotando la falta de empatía de los agresores.
Violencia online en la pareja o expareja
Consiste en comportamientos repetidos que tienen como objetivo controlar, chantajear o causar un daño a la pareja o expareja a través del intercambio de mensajes, comentarios online, enviar correos, correos o mensajes humillantes, groseros o degradantes, o publicar fotos con la misma intención. Puede realizarse públicamente o en la intimidad. Entraña creencias como que los celos son una expresión de amor o que el hecho de estar con una persona otorga el derecho de controlarla.
Ciber-embaucamiento o online grooming
En este caso una persona adulta, conocida o no, contacta electrónicamente con un niño, niña o adolescente, ganándose poco a poco su confianza con el propósito de involucrarle en una actividad sexual. Puede ir desde hablar de sexo, obtener material fotográfico o vídeos, hasta mantener un encuentro sexual. Esta violencia se inicia estableciendo un vínculo de confianza con el menor, tiende a aislarlo y separarlo de su núcleo de apoyo mediante un ambiente de secretismo e intimidad.
Sexting
Consiste en el intercambio de mensajes con contenido sexual o material online con contenido sexual. El contenido pueden ser fotos propias en posturas sexualmente provocadoras, desnudos o semidesnudos; fotos o vídeos en el momento de las relaciones sexuales que luego enviamos a otras personas (la propia pareja, amistades, etc); o reenviar y compartir las imágenes que han recibido de otras personas. Los jóvenes que envían el mensaje no siempre son conscientes de que una vez enviada la foto o vídeo, dejan de tener control sobre a quién puede llegar o qué puede hacerse con ello años después. La sextorsión es un tipo específico de violencia que consiste en chantajear o amenazar a alguien con publicar un contenido sexual sobre esa persona.
La exposición involuntaria a contenidos sexuales y/o violentos
Sin pretenderlo, niños, niñas y adolescentes que navegan por la red y ven vídeos online pueden encontrarse ante un contenido que no es apropiado para su edad, y que puede afectar a su desarrollo personal y a su comprensión de las relaciones interpersonales. Estos contenidos también educan y pueden romper su inocencia de manera abrupta, generar en ellos expectativas equivocadas de la experiencia sexual y promover comportamientos sexuales no saludables.
La sobreexposición de menores en Internet
Consiste en la práctica cada vez más habitual de madres y padres de exponer pública y constantemente la vida de sus hijos e hijas en la red (cumpleaños, actividades, vacaciones, etc.). Por un lado, estamos así creando para ellos una huella digital que no han elegido y que tendrán que limpiar en el futuro, y por otro lado, estamos exponiendo imágenes que pueden ser tomadas con fines delictivos.
Es importante entender que estas formas de violencia no suceden de manera totalmente separada, sino que los límites entre unas y otras se entremezclan. El acoso escolar puede llevar al ciberacoso, si el primero es grabado y luego difundido en Internet (happy slapping). El sexting puede ser una práctica en pareja que derive en violencia online a través del chantaje acerca de esos materiales o bien puede formar parte de las imágenes que necesita el ciber-embaucamiento.
¿Qué oportunidad educativa debemos abordar?
La violencia requiere que nos posicionemos. Dejarlo pasar no es una opción. El ciberacoso no llega de golpe sino que se va gestando poco a poco, y tiene que ver con cómo gestionamos los conflictos y la frustración, con relacionarnos con otras personas evitando hacer daño. Para ello necesitamos primero ser capaces de ver los pequeños gestos y comportamientos violentos, que a priori no consideramos graves pero que corren el peligro de normalizarse, para cuestionarlos a tiempo y transformar la manera en que niños, niñas y adolescentes cuidan sus relaciones con otras personas a través de las redes.
Conocer otras formas de violencia nos permitirá informar a nuestros hijos e hijas de los riesgos y enseñarles a reconocerlos por sí mismos, reaccionar y avisarnos. Cuando acompañamos a niños y niñas a la hora de buscar información y encontramos materiales con contenido sexual y/o violento, es el momento de cuestionarlos. Cuando vemos juntos una serie o un vídeo online, podemos analizar juntos este material audiovisual desentrañando también estas cuestiones, ayudándolos a reflexionar y posicionarse.
La educación en valores como el respeto, la empatía y la solidaridad así como la educación afectivo-sexual van de la mano de un acompañamiento en el uso de las tecnologías con niños, niñas y adolescentes. El diálogo acerca de todas estas cuestiones debe empezar cuanto antes y permanecer abierto, adaptándose a sus necesidades y niveles de madurez en cada etapa de su desarrollo.
* Este artículo pertenece a la serie de 5 cosas sobre la tecnología que debemos preguntarnos en educación.